“Los relojes se inventaron para advertirnos: TIC... Pasa el tiempo TAC… Ha pasado el tiempo”
Frase de la escritora y poeta Kamand Kojouri: Tictac, tictac… Cada vuelta del reloj marca un nuevo día. Y en muchas ocasiones, sus veinticuatro horas quedan cortas para todo lo que tenemos que hacer. Un día es lo que es, dura veinticuatro horas y eso no se puede cambiar.
Pedro Ballesteros es de esos personajes del sector que, si no existieran, habría que inventarlo. Su pasión por el vino le llevó a ser uno de los primeros españoles con el título del Master of Wine y ahora dice que dedica casi tanto tiempo al vino como a su misión en la Comisión Europea en Bruselas. Acaba de presentar el libro “Comprender el Vino” (Planeta Gastro, 2021).
Y nos lo vas a escuchar constantemente en nuestras catas: EPIC, EPIC, ¡EPIC! (Bueno, y también ¡BLIC! en inglés). Porque conocer la calidad de un vino es fundamental y llegar a ella no tiene por qué ser una odisea. Gracias a la técnica sistemática de cata del WSET y estos consejos, podemos conseguirlo.
El amor por el aprendizaje es una de las fortalezas estudiadas por los expertos y que representan los cimientos de la psicología positiva. (Si tienes curiosidad, puedes leer más y hacer tu test aquí). Es decir, ¡Que no estás aquí por casualidad! Estás aquí porque, como a nosotros, te mueven las ganas de aprender más sobre lo que te apasiona. Puedes imaginarte disfrutando y mejorando. Tendrás un título, mejorará tu currículum, conocerás compañeros, etc...
¿Sabes cuánta gente ha dejado trabajos y carreras prometedoras para meterse en el maravilloso –e inabarcable- mundo del vino? Seguro que conoces un amigo de un amigo que… ¡pues hay muchos más! Hoy os contamos una de estas historias inspiradoras, la de Gloria, nuestra tutora de WSET 1 y 2.
¿Sabías que el Camino Francés, la Vía de la Plata, el Camino del Norte o hasta el Mozárabe, se pueden beber? Si el Camino es un viaje cultural, si los monasterios, catedrales, iglesias han marcado el itinerario, entonces el vino también es parte fundamental de esta ruta. Los monjes ofrecían vino a los peregrinos como símbolo de hospitalidad y como alimento reconfortante.