En el turbulento escenario comercial, el vino no es una excepción. Las guerras comerciales, han elevado aranceles a productos emblemáticos como el vino, generando tensiones en el comercio internacional y redibujando las rutas de exportación.
A pesar de los intentos por defender la producción local, los efectos colaterales han golpeado duramente a pequeños y medianos productores en ambos lados del Atlántico.
Esto genera un aumento inmediato en los precios para el consumidor final y una caída en la competitividad de estos vinos frente a productores del Nuevo Mundo. El sector vitivinícola se ve forzado a reajustar precios, renegociar contratos y, en muchos casos, asumir pérdidas. Rafael del Rey (Del Rey Analysts of Wine Markets) explica que, "de llevarse acabo el posible arancel del 200%, con el que amenazó la administración estadounidense, habría hecho prácticamente imposible la venta de vino europeo en ese mercado". Analizando un histórico desde que el crecimiento del sector en España se empieza a notar en los años 70 del pasado siglo, del Rey afirma que "la clave del desarrollo del sector ha estado en que nuevos consumidores en nuevos mercados compensaban sobradamente el consumo que perdíamos en los países productores tradicionales. El vino es, por lo tanto, un producto global y cuya mejor proyección de futuro puede venir de esa globalización".
Reconfiguración del mapa de exportación
Muchas bodegas con capacidad de reacción optarán por esa globalización, por diversificar sus mercados, mirando hacia Asia, América Latina o incluso Europa del Este para compensar la reducción en las ventas a EE.UU. En este nuevo contexto, la figura del director de exportación se ha vuelto crucial, navegando un mundo de restricciones políticas, logísticas y económicas. Hablamos con algunos expertos sobre el tema. Noemí Sande, DipWSET y export manager de Valtravieso en Ribera del Duero, explica que reforzaron mercados secundarios como Centroamérica y Asia, pero Estados Unidos sigue siendo el país con mayor cultura de consumo “Sigue siendo nuestro foco número uno”, y además hay que tener en cuenta que la alternativa vecina no es halagadora, "los mercados europeos son los más cercanos, pero son muy maduros y llevan muchos años en recesión, no están en crecimiento" comenta Sande. Y desde el gigante asiático tampoco hay buenas noticias "los mercados asiáticos quedaron fuertemente tocados desde la pandemia. En concreto los importadores en China tienen exceso de stock de vinos europeos, todavía no se ha vuelto a regularizar la situación del mercado para que tengan nuevamente una demanda creciente".
Por su parte, Teresa Cedenilla, MW candidate, profesora en TWS y export manager de Grupo Avinea, tiene una visión más transversal -ella exporta desde Argentina-, y comenta que "ante la incertidumbre y con una fuerte caída del mercado doméstico argentino, estamos invirtiendo fuerte en mercados cercanos como Brasil, México, Perú. A la vez, Estamos también reforzando nuestro portafolio premium, donde el consumidor es menos sensible a precios y valora más la identidad y el origen de los vinos, mitigando el impacto del arancel." Y muestra su experiencia internacional manejando la situación: "El impacto inicial de los aranceles nos obligó a revisar las condiciones con nuestros importadores en EE.UU., especialmente en términos de márgenes. La principal herramienta fue la comunicación, transparencia, predisposición y renegociación de precios para compartir al 50% el arancel y así evitar una salida del mercado o una pérdida de posicionamiento en góndola," solución que perseguirán la mayoría de las bodegas a nivel mundial.
¿Más impredecible o más resiliente?
Ambas coinciden en que el sistema de tres niveles americano es muy singular y que tiene baches, pero es lo suficientemente grande como para que merezca la pena el esfuerzo: el comercio del vino hoy es más incierto, pero también más fuerte. Noemí enfatiza la necesidad de adaptabilidad en un mundo que gira más rápido que nunca. Teresa Sobre las relaciones comerciales, destaca el impacto desproporcionado de los aranceles en el precio final: “Un arancel del 20% puede traducirse en un 60% de encarecimiento para el consumidor”, pero aporta una visión más amplia: “Los factores no vitivinícolas pesan tanto como la calidad de la cosecha”. Entre pandemia, inflación, y conflictos logísticos, sólo sobreviven las bodegas más ágiles y conectadas con el consumidor. En este sentido, Rafael se muestra optimista: "Hemos llegado tarde al boom del vino blanco, no estamos aprovechando todo lo posible el del espumoso y también tardamos en entender el potencial del bag-in-box (BiB). Ahora, sin embargo, estamos muy encima de nuevos desarrollos de vinos más frescos y golosos, vinos de baja graduación e incluso nuevos envases, al tiempo que seguimos potenciando vinos más clásicos y avanzamos en un importante recorrido en los vinos de alta gama."
Una guerra comercial puede frenar botellas, pero no al sector. Más allá de las barreras arancelarias, el vino sigue siendo símbolo de diálogo cultural. Y los lazos humanos entablados con y por el vino así como las historias detrás de cada botella siguen cruzando fronteras. Resiliencia, agilidad, creatividad marcarán el camino de los grandes proyectos. Como siempre, el vino resiste.
Javier Fernández Piera - The Wine Studio