VINOS DE PORTUGAL: Great Expectations

29 de Abril de 2021 - WSET

El cariño hacia Portugal y sus vinos es universal. Los españoles vivimos una historia de amor con nuestros vecinos: nos sentimos en casa, nos gusta la gente, su idioma dulce con mil fonemas que los convierte en políglotas superdotados, sus playas, sus ciudades, sus azulejos, la librería Lello en Oporto, el café A Brasileira en Lisboa... Y cómo no, su comida, su paisaje y... ¡Sus vinos!

En una sesión de España y Portugal impartida para los alumnos del WSET Diploma que estudian en el programa de Erica Dent y Jim Gore (Enjoy Discovering Wine) hicimos un DAFO y llegamos a unas conclusiones que queremos compartir, por su interés y por el método que esperamos sea de utilidad.

Citar los puntos fuertes de los vinos de Portugal nos podría llevar un día entero ¡preparaos!

Fortalezas... muchas

Para empezar, Portugal cuenta con una impresionante colección de variedades autóctonas que convierten su vinos en irrepetibles. En el país predominan las mezclas, que multiplican exponencialmente la cantidad de vinos únicos que se producen y aportan equilibrio, minimizan los riesgos y permiten planificar los tiempos en vendimia y optimizar los recursos. Además, la popularidad de los pocos monovarietales que se producen crece exponencialmente: Baga (en Bairrada), Alvarinho (Vinho Verde) y Encruzado (Dão). Y, si seguimos hablando de variedades, como remate de esta situación favorable, Portugal cuenta con variedades muy extendidas como la Touriga Nacional, que mantienen un alto nivel de acidez, lo cual será cada vez más necesario, tanto por los efectos del cambio climático como por una mayor inclinación de los consumidores hacia vinos más frescos.

Dejando el tema de las variedades, llegamos al clima: Portugal es un país estrecho y la distancia máxima entre el este y el oeste es de 218 kilómetros. Esto hace que la presencia del Atlántico se haga presente en muchas zonas vitivinícolas que no están protegidas por ninguna sierra. El clima atlántico es al mismo tiempo una oportunidad y una amenaza. A pesar de la irregularidad en las añadas y el riesgo de enfermedades, los vinos atlánticos tienen un carácter único y están de moda. Bairrada, Vinho Verde, Lisboa... Los “wine freaks” de todo el mundo besan por donde pisan estos vinos frescos y ligeros, donde brillan los aromas primarios y las notas minerales (¡Ay! Algún día hablaremos de esto...), tanto en tintos como en blancos. Donde no llega el clima atlántico, Portugal tiene un perfil montañoso, que permite explorar distintas altitudes y orientaciones para contrarrestar las temperaturas más altas.

Otra gran fortaleza de Portugal es su respeto por la tradición. Entre las joyas del país están los vinos que se elaboran mediante técnicas tradicionales recuperadas: han vuelto los lagares, las tinajas, los depósitos de hormigón, etc. Ahí tenemos ejemplos como los Toneis en Bairrada y el Vinho de Talha en Alentejo. Al frente de este trabajo de recuperación están una serie de enólogos y viticultores jóvenes que ponen en valor su herencia y la autenticidad de su trabajo. Y todo esto contribuye al valor de estos vinos de gran valor que satisfacen la curiosidad de los winelovers y sumilleres más inquietos.

Y, finalmente, desde el punto de vista comercial, Portugal cuenta, desde hace siglos, con una red de ventas internacional fuertemente arraigada gracias al Oporto, lo cual está permitiendo a estos vinos llegar a todas las esquinas del mundo.

¿Y cuáles son las oportunidades que debe aprovechar Portugal?

Parece que el terreno está abonado para el triunfo de los vinos de Portugal si el país sabe aprovechar una situación claramente favorable: para empezar, en el país quedan territorios de clima marítimo sin explorar, sobre todo en la zona que rodea Lisboa. Es decir, aún hay posibilidades para crecer en un segmento que constituye, para muchos, una de las tendencias que se asentarán en los próximos años: vinos atlánticos de pequeños volúmenes, elaborados con ayuda de técnicas tradicionales a partir de variedades autóctonas y fuertemente vinculados al “terroir” y a la historia.

La segunda gran oportunidad es que Portugal está de moda: Empezando por el fútbol, y siguiendo por sus playas, su gastronomía y la transformación de sus ciudades. El turismo no deja de crecer, convirtiéndose en una fuente inagotable de embajadores y consumidores de productos portugueses. En este sentido, el sector del vino portugués ha hecho los deberes y se ha especializado en un enoturismo premium, que ofrece experiencias cuidadas al detalle y, en muchos casos, asociadas al turismo de lujo. El Douro o Alentejo son excelentes ejemplos.

Amenazas y retos que superar...

Las circunstancias negativas que rodean a los vinos de Portugal son relativamente fáciles de sobrellevar y algunas de ellas, como la situación económica, seguramente pasajeras.

En cabeza se encuentra el clima, que ya dijimos que puede ser una bendición o una maldición, según se mire y se trabaje: en el norte, predomina un clima atlántico, que provoca añadas irregulares y prepara el terreno para los hongos. Por otro lado, en la mitad sur (Douro, Dão y Alentejo) sufren los efectos de temperaturas extremadamente altas, aunque se alivian a través del regadío y las orientaciones al norte.

Si seguimos en el campo, igual que sucede en España y en otros países la presencia de Esca, la enfermedad de la madera, es una nube gris que siempre planea sobre las cabezas de los viticultores, al igual que la polilla de la vid, aunque ésta última parece estar mucho más controlada.

La guinda del pastel de las amenazas en el entorno de los vinos de Portugal es la disminución del consumo de vinos generosos en todo el mundo, que afecta a los vinos de Oporto y otros que se mueven gracias a esa enorme locomotora y que, como hemos visto, ha servido para hacer llegar a los mercados internacionales otros vinos de zonas minoritarias.

Por último, Portugal aún sufre las consecuencias de una crisis económica de la que el país no acaba de remontar, con un IVA del 23% que se encuentra entre los más altos de Europa y que no favorecen las inversiones.

En cuanto a las debilidades, digamos que hay áreas de mejora para el sector

La primera seguro que nos suena: la gran relación calidad-precio de los vinos portugueses. Igual que sucede con los vinos de España, ésta es un arma de doble filo, pues ayuda a abrir puertas en los mercados, pero hace que resulte muy difícil asentar vinos en segmentos de precio más altos. Teniendo en cuenta las joyas y rarezas que produce Portugal, no debería ser demasiado difícil empezar por esos vinos con alta demanda y baja disponibilidad. El mercado parece estar listo para ellos. Sin embargo, esto nos lleva a otra debilidad de los vinos portugueses: el consumidor que busca rarezas y vinos extremadamente ligados al territorio valora los vinos ecológicos y sólo un 1,5% del viñedo portugués se cultiva en ecológico (frente a un 13,5% en España, una potencial internacional en este sentido).

Por otro lado, dada la fragmentación del viñedo y el pequeño tamaño de las DOPs, nos encontramos con una limitación severa de los volúmenes de algunas categorías, lo cual hace muy difícil que estas regiones hagan marca en muchos mercados.

También se echan de menos más iconos portugueses: vinos como Barca Velha, Quinta do Vale Meão o algunos viñedos de Luis Pato en Bairrada. Estas marcas llenas de historia y carisma son embajadores del pais y cuantos más haya, más mejorará la imagen de marca de Portugal como elaborador de grandes vinos.

La cosa no queda ahí, el portugués no es un idioma sencillo. Tiene 9 vocales y muchos finales de palabra no se pronuncian... Campo abonado para echar para atrás a los consumidores tímidos. Sin embargo, ahí tenemos a la variedad austriaca Grüner Veltliner, que gusta tanto que medio mundo ha aprendido a pronunciarla.

Y, ¿Cómo pinta el futuro para el secreto mejor guardado de Europa?

La conclusión a la que llegaron mis alumnos de Diploma es que el futuro pinta bien, siempre y cuando Vinos de Portugal, organismo encargado de su promoción internacional siga trabajando en el programa de formación de sus vinos y en una comunicación que refuerce la idea de que Portugal es un secreto muy bien guardado al que sólo acceden los que se mueven fuera de pistas. ¡Un equilibrio interesante!

Elisa Errea