EL ALBARIÑO, A FONDO

9 de Junio de 2021 - WSET

La estrella de las variedades blancas españolas está viviendo su momento de gloria, empujada por el entusiasmo que despiertan los denominados vinos atlánticos: vinos de climas frescos que combinan acidez y sabores de intensidad pronunciada.

En este post analizaremos más de cerca las características clave de la uva, cómo están evolucionando las técnicas de vinificación y el creciente éxito del Albariño en el exterior.


Un poco de historia

Aunque el Albariño está permitido en todas las DOs gallegas, su hogar es la DO Rías Baixas, donde representa más del 95% de las plantaciones. Dentro de la DO hay 5 subzonas. De menor a mayor superficie son Soutomaior, Ribeira do Ulla, O Rosal, Condado do Tea y Val do Salnés. Esta última subzona es donde se concentra más del 60% de la producción anual de uva y casi el 70% de las bodegas de la DO. Val do Salnés también alberga la mayor división de parcelas, lo que da como resultado una media de sólo 0,5 ha de viñedo por viticultor, frente a las 2,5 ha en O Rosal. Esta atomización del viñedo nos ayuda a comprender el papel crucial de las cooperativas en el auge de las Rías Baixas en general y del Valle del Salnés en particular.

A partir de finales de la década de 1980, casi al mismo tiempo que se reconoció oficialmente la DO, se formaron varias cooperativas muy bien gestionadas, algunas de las cuales todavía aglutinan a más de 200 socios; trabajaron en la construcción de marcas sólidas que se hicieron conocidas tanto en España como en el extranjero, lo que convirtió al Albariño en una variedad muy relevante a nivel mundial. Algunos ejemplos fueron Martín Codax (el mayor productor de la DO) y Condes de Albarei (propietarios de la bodega boutique Pazo Baion), seguidos más tarde por la Cooperativa Vitivinícola Arousana (creadores de la marca Paco & Lola). El esfuerzo de estos y otros productores históricos como Zárate, Gerardo Méndez (Do Ferreiro), Pazo Barrantes, Pazo Señorans, Terras Gauda, Fillaboa y Fefiñanes ha allanado el camino para una generación actual de viticultores que incluye a Forjas del Salnés, Fulcro, Albamar, Tricó y Lagar de Pintos entre otros, que han sabido llevar el potencial de la variedad aún más lejos.

En el viñedo

Si bien el exuberante paisaje de la zona es un espectáculo para los ojos, no está exento de desafíos para los viticultores. El clima marítimo moderado de la región trae consigo más de 1.600 mm de lluvia por año, lo que resulta en un mayor riesgo de enfermedades fúngicas y niveles más bajos de luz solar durante la temporada de crecimiento.

Dicho esto, varios factores moderadores ayudan a las vides a producir fruta sana y madura en cada cosecha: En primer lugar, la piel gruesa del albariño proporciona una defensa importante contra las enfermedades. En segundo lugar, la uva madura temprano, lo que garantiza una producción de azúcar suficiente antes de que lleguen las lluvias de otoño. En tercer lugar, el sistema de conducción en el tradicional “parrón” es más alto que una persona de altura media y permite que los racimos de uvas cuelguen bajo un dosel de vegetación, lo que estimula la circulación de aire y reduce la presión de las enfermedades. Según Eulogio Pomares de Bodegas Zárate, el Albariño originalmente se cultivó en vaso, pero la falta de circulación de aire entre los racimos de uva hacía que la podredumbre se extendiera rápidamente y se perdiera gran parte de la cosecha. Aunque el parrón se utiliza hace varios siglos para minimizar la propagación del oidio y el mildiu, también permitió en su momento a miles de pequeños agricultores gallegos plantar cultivos adicionales bajo las vides en lo que históricamente fue una economía de subsistencia. Hoy en día, en el Valle del Salnés más del 90% de los viñedos todavía tienen pérgolas y, aunque el sistema ha sido criticado en el pasado por no permitir que la luz solar suficiente llegue a los racimos de uva, ofrece claros beneficios frente al cambio climático. Al sombrear parcialmente las uvas, la producción de azúcar se ralentiza mientras que la acidez se retiene más fácilmente. Cabe decir que la acidez no es una preocupación actual dentro de la DO, con niveles de ácido tartárico que superan regularmente los 6,5 g/l y alcanzan los 8 g/l en algunos vinos. Estos números, que se encuentran con la misma facilidad en los Riesling alemanes, nos dan una idea de la increíble frescura del Albariño.

En la bodega

El Albariño a menudo se describe como un vino “afrutado, floral, fresco y limpio”. Como suele suceder con las variedades más aromáticas, los vinos modernos se han vinificado normalmente de manera anaeróbica, evitando el contacto del oxígeno con la uva, el mosto y el vino fermentado para preservar sus aromas varietales. Los recipientes inertes, las temperaturas de fermentación más bajas y las cepas de levadura seleccionada han sido la norma en la producción de este estilo que ha cautivado a los consumidores dentro y fuera de España.

Y, si bien este estilo sigue siendo lo habitual en muchos vinos, un maravilloso artículo escrito recientemente por Ferran Centelles para los suscriptores de JancisRobinson.com muestra la diversidad del Albariño dependiendo de la subzona, incluso antes de considerar distintas técnicas de vinificación.

La subzona más fría del Val do Salnés muestra los sabores de fruta más fresca, con notas de manzana, cítricos y flor de azahar. Una nota más yodada y marítima también puede acompañar a algunos de los vinos. Los niveles de acidez aquí suelen ser los más altos de la DO, lo que explica el uso ocasional de la fermentación maloláctica. En O Rosal, la latitud más meridional y las laderas orientadas al sur dan lugar a aromas más maduros, como el melocotón y el albaricoque. Condado do Tea se encuentra igualmente al sur, pero más al interior, donde las temperaturas son más altas y las frutas tropicales, como la piña, son sabores característicos.

En los últimos años hemos visto un Albariño más sofisticado, gracias al uso de otras técnicas de vinificación que diversifican los perfiles de la variedad y mejoran el tremendo potencial de la uva para hacer vinos más complejos y con más capacidad de envejecimiento.

Comenzando por la maceración prefermentativa, el objetivo ha sido mejorar la extracción de los altos niveles de compuestos aromáticos y sabor del Albariño y, al mismo tiempo, aportar un toque fenólico a la textura del vino. Siempre y cuando las uvas estén completamente maduras, el contacto con los hollejos también puede ser atractivo en añadas más frías, ya que la extracción de potasio del hollejo aumenta el pH del mosto y ayuda a reducir ligeramente la acidez total.

La crianza sobre lías aporta otro nivel de complejidad y textura, con sensaciones en boca más suaves y sabores secundarios derivados de la levadura, como masa de pan y pastelería. Algunos productores han invertido en huevos de hormigón, que favorecen el movimiento de las lías durante la crianza de los vinos. El envejecimiento con lías tiene el beneficio adicional de aumentar la longevidad del vino, actuando como un conservante natural que ayuda a retener la frescura durante el envejecimiento en botella.

El uso sutil de la madera de manera tanto en fermentación como en crianza también se ha abierto camino en muchas bodegas. Eulogio Pomares nos recuerda que, hasta la formación de la DO y la proliferación del acero inoxidable, el Albariño se fermentaba habitualmente en barricas elaboradas con castaño, especie abundante en la zona. Varios productores siguen utilizándolo, mientras que otros prefieren el roble francés. Independientemente del origen del roble y, salvo excepciones, las barricas o tinos tienden a ser grandes y usados, lo que reduce el papel de la madera a una microoxigenación controlada que puede ampliar la sensación en boca e iniciar el desarrollo de notas terciarias como cera de abeja, crema pastelera, miel, aromas tostados y frutos secos, así como ligeras notas de vaselina o petróleo.

Si a esto le sumamos las ligeras notas marinas que se obtienen a través de las levaduras autóctonas y la fermentación maloláctica (esta última limitada al Val do Salnés), las opciones para los productores de Albariño hoy en día parecen casi infinitas.

Albariño en el mundo

El Albariño empezó a exportarse tímidamente allá por 1990. Jorge Ordoñez fue el primero en exportar los primeros vinos a Estados Unidos. Hoy se exporta más del 30% de la producción total, la mayor parte de la cual se destina al Reino Unido y a Estados Unidos. Portugal también ha contribuido a la fama de la uva en el extranjero a través de sus igualmente impresionantes Alvarinhos producidos en Vinho Verde, lo cual llevó a Pedro Ballesteros a afirmar en un artículo de Decanter a principios de este año que el Albariño se ha convertido en la uva blanca más internacional de la Península Ibérica.

Si la imitación es la mayor expresión de admiración, entonces el crecimiento del viñedo de Albariño en el mundo todo un elogio. Gracias a la creciente demanda de los consumidores de todo el mundo, la variedad se cultiva en California, Oregón y Washington en el oeste de Estados Unidos, junto con Uruguay, Argentina, Australia y especialmente Nueva Zelanda. Burdeos fue noticia recientemente cuando también la autorizó en su estrategia para hacer frente al cambio climático. Desde aquellos primeros vinos exportados hace apenas tres décadas, el Albariño ha recorrido un camino muy largo. Le iremos siguiendo la pista.

Nygil Murrell