CURIOSOBRIOS, BEBEDORES CONSCIENTES Y DRY JANUARY

11 de Enero de 2024 - Actualidad

¿A favor o en contra de la sobriedad?

Prometo que este post no es una chapa. ¡Al contrario! Creo que experimentar es la salsa de la vida y yo practico con el ejemplo. Hace 25 años que empezó mi relación con el vino y hace pocos días decidí hacer balance de nuestro vínculo...

"¿A favor o en contra de la sobriedad?" La mera lectura de estas palabras es controvertida para algunos profesionales del vino. Hay voces a favor y en contra de la defensa de estas manifestaciones de moderación, tachándolas de puritanas y contrarias al progreso del sector del vino. Mi opinión es que el negacionismo no hará desaparecer el interés de los consumidores por mejorar su relación con el alcohol (en este caso, el vino), igual que con la comida, el azúcar, el stress o el sedentarismo. El autocuidado es una tendencia imparable.

Mis bodas de plata con el vino

Prometí que este post no sería una chapa: Después de 25 años trabajando en el sector mi consumo se puede describir en la curva de la imagen.

El año 1998 marca unos inicios en los que ni siquiera me gustaba el vino pero que enseguida derivaron en un consumo más o menos regular animado por todas las comidas de trabajo que formaban parte de mi rutina. El vino empezó a gustarme, sobre todo el cava y enseguida se convirtió en parte de mi ocio y casi diría que también en una afición. El consumo creció y cuando conocí a mi marido las cenas compartiendo conversación y vino cimentaron nuestra relación. El gran bajón del 2008 representa casi dos años de embarazo y lactancia. Y después llega la remontada, que representa un consumo diario que incluye alguna copa más el fin de semana. Hasta entonces, si cualquiera me hubiera preguntado, me hubiera descrito como una consumidora moderada. Hoy en día mi concepto de “moderación” ha cambiado. ¿Y qué ha sucedido desde el punto álgido del 2013 hasta hoy, fecha en la que bebo una media de 1 o 2 copas de vino por semana?

Marido y yo (y creo que es importante mencionar a marido porque cualquier cambio de un hábito social no se puede hacer en solitario) decidimos que íbamos a dejar descansar al cuerpo un día por semana. Ese día no beberíamos nuestra copa de vino con la cena. La fuerza de voluntad y la motivación eran el motor del experimento. Y nos gustó la sensación. Y como los hábitos se construyen sobre la emoción (Aquí te lo explica el gran experto de esto, BJ Fogg), aquel hábito se asentó. Pero quisimos ir más allá y quisimos experimentar con el “Dry January”, que en nuestro caso fue un “Dry February” no bisiesto. Y fue entonces cuando descubrimos que un mes entero sin vino, aunque fuera de 28 días, se hacía muy largo: cumpleaños, partidos de fútbol, comidas con amigos, salidas a restaurantes… Inicialmente, aguantamos a pelo, a base de fuerza de voluntad, pero al final del mes, el hábito en piloto automático había desaparecido. Y volvimos a disfrutar de nuestros vinos, aunque al principio, nos daba pena volver a beber después de un mes de descanso. A nivel físico, notábamos el cuerpo más limpio y ligero, las digestiones mejoraban, el sueño también… Además, habíamos sido capaces de disfrutar de ocasiones especiales sin vino. Precisamente esos descubrimientos nos llevaron a dar el siguiente paso: ¿Y si fuéramos capaces de ser muy conscientes de cuándo nos apetece beber vino de verdad y sólo bebiéramos en esas ocasiones? ¿Y si sólo bebiéramos los vinos que nos gustan más o nos despiertan más curiosidad? Queríamos retomar el control y dejar de beber en piloto automático. Y así empezó todo... La fuerza de voluntad dio paso a un consumo mucho más consciente. Pueden pasar días, e incluso semanas, sin que pruebe el vino y cuando lo hago es porque los vinos me motivan especialmente. Hemos celebrado cumpleaños y grandes ocasiones, pasado vacaciones y disfrutado de muchas comidas sin beber alcohol y cada vino me sabe mejor que nunca.

¿En serio la moderación es tendencia?

Creo que no estoy sola en esto. Aprender de esta tendencia cada vez más asentada nos puede enseñar a comunicar el vino de otra manera. El Instituto Gallup compartió datos sobre el consumo de alcohol en Estados Unidos que muestran que las generaciones más jóvenes experimentan con otro tipo de ocio y con bebidas sin alcohol y, cuando beben vino lo hacen motivados por su alineación con los valores de marcas que hablan de sostenibilidad, estilo de vida saludable y diversidad. Comparto este artículo de Meiningers International sobre el asentamiento de esta tendencia y lo que podemos aprender de ella de la mano de los nuevos “Winefluencers”.

¿Y qué pasa si soy un profesional del vino?

En mi trabajo como Health Coach con personas del sector del vino que quieren dar un giro a su salud el deseo de controlar mejor el consumo de vino es siempre una inquietud que aparece en sus planes. Lo que propongo siempre utilizar la curiosidad y la exploración de uno mismo en vez de el autocontrol y fuerza de voluntad, que tienen una vida muy corta. Esto se aplica a cualquier comportamiento compulsivo como mirar constantemente el móvil, picar antes de las comidas, comprar por internet, etc. Si sabemos lo que nos lleva a funcionar en piloto automático, es mucho más fácil tomar decisiones conscientes sobre cada cosa que hacemos.

Si la idea de pasar un tiempo sin alcohol o reducir el consumo (también llamado “Damp January” de la palabra “húmedo” ¡ni seco ni mojado! una práctica intermedia) te tienta, te sugiero un camino con garantía de éxito:

PREPÁRATE

1. Date permiso para no ejercer tu profesión con una copa delante. Estás en tu derecho a beber cuando lo consideres. Se puede hacer vino, hablar de él y venderlo sin beber.

2. Observa tu consumo actual: ¿Dónde bebes habitualmente? ¿En qué compañía? ¿Qué situaciones o emociones asocias a una copa de vino? ¿Hasta qué punto forma parte de tu estilo de vida y te define? Una vez claras esas preguntas, la siguiente es

3. Tómate un par de minutos para pensar qué relación quieres tener con el vino. Y, la pregunta de las preguntas: ¿Querrías beber menos vino del que consumes actualmente?

Dedicarse al vino no tiene que estar necesariamente asociado a beber más de lo que a uno le gustaría. Seguramente, nos quedan años en este oficio y algunos más de disfrute. Así que encontrar la manera de relacionarnos con esta bebida que tanto disfrutamos y tan bien nos hace sentir puede cambiarnos la vida.

¿Y por dónde empezar?

PON LA RUEDA EN MARCHA

1) Prepárate

2) Considera compartir tu intención con los que te rodean (o no)

3) ¿Qué pasará “cuando llueva”? Rutina, ciertas emociones, ocasiones especiales, trabajo, compañías, etc. Ten siempre pensada tu alternativa. Por ejemplo, si una o dos copas de vino al llegar del trabajo te hacen sentir más calmad@ después de un día intenso piensa en qué otro capricho te hará sentir así sin perjudicarte: velas y lectura, música, un baño, una mini sesión de yoga…

4) Disfruta del proceso y de los descubrimientos

5) ¿Quién serás al final del experimento? Tómate tiempo para pensar en cómo has vivido el proceso y con qué te quieres quedar.

TU NUEVA VIDA

¿Y cómo lo pongo en práctica? Algunas prácticas que a mí y a mis clientes les funcionan:

• Comida de trabajo: dejo que me llenen la copa y que se vea llena. Nadie se va a fijar en si estás bebiendo de verdad o no y no quedas mal con nadie.

• Si estás bebiendo, no dejes que te rellenen la copa hasta que se termine y decide si quieres que la rellenen o no.

• Ten siempre pensada una bebida alternativa cuando estás en un bar o un restaurante: agua con gas y limón, infusiones con hielo, bebidas sin alcohol, fermentados como la kombucha o el kéfir de agua. Incluso en comidas de trabajo, puedes ser el ejemplo e incluso esa compañía con la que la gente se relaja porque no se sienten obligados a beber.

Nos gusta el vino. Representa mucho más que una bebida. Nos gusta su conexión con aspectos que nos hacen humanos: las personas, la historia, la geografía, el medio ambiente. Y queremos que este sector sea ejemplo de una relación sana con esta bebida excepcional. Si somos conscientes de nuestro consumo, el alcohol no será un problema y podremos seguir disfrutando de nuestro trabajo o afición de manera saludable.

Elisa Errea - The Wine Studio